viernes, 27 de octubre de 2006

Reflexión

Estaba sólo ante una gran cortina gris que no me dejaba ver. Ya sabía de la niebla que permanece durante todos los meses fríos del año entre aquellas colinas. También sabía de lo majestuoso que resulta verse rodeado de esa bruma que parece sobrenatural, y que evoca los mas tristes pensamientos.

Pero poco se puede hacer en una fría mañana otoñal pensé, y decidí ir allí en busca de paz, de tranquilidad, y de calma que me permitieran pensar, reflexionar. Otoño, la lluvia, la caída de las hojas, todo crea un ambiente perfecto para recordar, decidir, planificar. Con semejante quietud es más fácil tomar decisiones, parece que la vida se para a tu alrededor, dándote el tiempo suficiente para no equivocarte. Pero no siempre se puede acertar, aunque tengamos toda la ventaja necesaria para ello.

Me siento sobre una roca, y miro para arriba. Otro día gris. Al menos no llueve, pensé, así que podría quedarme ahí todo el tiempo que necesitara.

Diversas ideas me vinieron a la cabeza durante las dos horas que allí estuve, aunque no conseguía nada claro. Mi mente estaba oscura y espesa, como la niebla de aquellas colinas.

Pensé que no serviría de nada estar allí, que había perdido el tiempo, así que me levanté y emprendí el camino de regreso, algo decepcionado.

No se puede saber el futuro, es difícil saber la decisión correcta, después de todo en eso consiste la vida, en equivocarse e intentar algo distinto la próxima vez. Esa conclusión había sacado tras mi breve estancia en aquel sitio.

Cuando llegué al pueblo me di cuenta de lo equivocado que estaba, me di cuenta de que ahora podía ver las cosas de otro modo, y que esa visita a las colinas no había sido inútil. Ahora, con gran tranquilidad, tenía el tiempo suficiente para decidir, como si aún estuviese allí, como si el tiempo se parara aquí también, como si me hubiese traído conmigo esa misteriosa sensación.

Ahora soy distinto. Siempre tengo tiempo para pensar, y aunque hago las cosas despacio nunca llego tarde. Creo que las colinas me obsequiaron su paz y tranquilidad, y ahora ya no me molesta el rápido ritmo de la vida cotidiana. Yo voy a mi ritmo.

El tiempo cambió, ya no hace frío, y los árboles vacíos se han llenado de hojas otra vez. El mundo ha cambiado y yo también lo he hecho.

Etiquetas:

domingo, 1 de octubre de 2006

Un día en Toledo

Hoy domingo he pasado el día en Toledo. Quedé maravillado por la antigüedad de sus calles y edificios, así como por su buen mantenimiento. Se respiraba historia por todas partes y esa es una sensación increíble.

Algunas fotos:

- Un callejón cualquiera, de los muchos que hay:


- La catedral:


- El Pozo amargo:

Etiquetas: